Voces de Mujer: Recopilación de historias de violencia

Voces de Mujer: Recopilación de historias de violencia
El movimiento “Me Too” fue una poderosa ola feminista iniciada en 2017, que nació producto de las acusaciones de abuso sexual en contra del productor de cine estadounidense Harvey Weinstein. Pero lejos de ser un levantamiento popular limitado y contenido, en poco tiempo explotó para expandirse a lo largo de todo el mundo, buscando quebrantar, de una vez por todas, el, hasta ese momento, inamovible paradigma patriarcal. Es en ese contexto que nació Voces de Mujer.
En decenas de países, el ferviente sentimiento reactivó cientos de años en que las mujeres han luchado en contra de un sistema que se ha empecinado en oprimirlas. Y, obviamente considerando su historia, Chile no fue la excepción. En 2018 miles de estudiantes salieron a las calles para, probablemente al igual que lo hicieron sus madres y abuelas en las primeras olas feministas nacionales, protestar, pero en la calle, en contra de un enemigo tan añejo como el tiempo; el patriarcado.
Voces de Mujer: Un libro contingente y necesario
Fue en ese contexto de emergencia reivindicatoria del movimiento que la periodista, historiadora y escritora, Andrea Lagos, decidió trabajar una obra tan potente como necesaria. La idea de hacer un libro que juntara y graficara historias de abuso en contra de mujeres pareció caer en el momento preciso.

“En Chile no existía un libro que diera cuenta del abuso como fenómeno completo”, afirmó la periodista en entrevista con Radio Duna. Fue por esa razón que decidió trabajar y luego publicar Voces de Mujer, una obra que refleja de manera impecable las diversas realidades de lo que es ser mujer en Chile, y los abusos que existen solo por esa condición. Abusos no solamente físicos, porque la violencia se presenta en muchas formas: psicológica, por un sistema que impone roles de género, discriminación y un largo etcétera. Todos provenientes directamente del sistema patriarcal.
Historias de violencia en voces de mujeres
“La gordura me acompaña hasta el día de hoy. A mí siempre me ha gustado mi cuerpo, el problema es de los otros”. (Lagos, 2021, p.17) Así la autora da inicio al primer relato de Voces de Mujer, que grafica de forma perfecta la línea por la cual se va a desarrollar. Amaranta, una mujer de 34 años, cuenta lo difícil que es vivir en Chile siendo una mujer obesa, pero no precisamente por un disgusto personal. Para ella su cuerpo no tiene nada de malo, es más, siempre se ha sentido orgullosa. Sin embargo, el problema viene desde otro lado, la violencia se sustentó solo en el machismo.
Valeria Pérez es otra de los personajes de este libro. Con 26 años es dueña de casa porque, como dice en la obra, “quería tener un hombre, no una relación como la de ellas”. (Lagos, 2021, p.44) Con ellas se refiere a su madre y su abuela, a quienes describe como feministas con muchísima personalidad. Sin embargo, el destino la cruzó con el hombre equivocado y, sin darse cuenta, entró en un camino sin retorno. “Me pegó una cachetada muy fuerte y me dejó la mano marcada. Yo estaba con cinco meses de embarazo. (…) Quedé en shock”. (Lagos, 2021, p.151)
Números de violencia contra las mujeres
Según el “Informe sobre la Violencia Femicida en Chile 2022”, realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, ese año 31 de los femicidios fueron provocados por las parejas de las víctimas. Esa cifra sube a 43 si se consideran las categorías de “ex pareja” y “relación ocasional”. Muy distante a los cuatro femicidios provocados por una “relación familiar”, los cuatro por un “conocido” y los tres por un “desconocido”.
El indicador es claro y demoledor. Por una diferencia abultada, se puede concluir que la mayoría de los femicidios ocurren en las relaciones afectivas y/o sexuales, provenientes directamente de parejas, ex parejas o personas con quien se tuvo un vínculo. Esto de inmediato da para pensar en la historia de Valeria Pérez, que la autora plasma de manera perfecta en su libro.
“Partí a la comisaría y los carabineros me decían: ‘Váyase a la casa, no denuncie. ¿Para qué? Si mañana van a estar juntitos de nuevo’” (Lagos, 2021, p.151), continúa relatando la escritora. Pero esta aterradora experiencia que se cuenta en el libro, está muy lejos de ser un hecho aislado. Muchas mujeres acuden a la policía en busca de ayuda, pero solo reciben un portazo en la cara, y los datos lo demuestran.
El mismo estudio citado anteriormente, refleja que 17 de los femicidios ocurridos en 2022 lo sufrieron mujeres que no habían denunciado. Sin embargo, ese dato no cuenta el panorama completo, porque muchas de esas mujeres pudieron sufrir lo mismo que Valeria relata en el libro Voces de Mujer. Nadie puede asegurar a ciencia cierta que no recibieron el mismo rechazo de las autoridades al momento de intentar hacer una denuncia. Y eso es algo que podemos reflexionar exclusivamente gracias a la investigación de Andrea Lagos. En su obra reflejó la historia directa de mujeres reales, comunes y corrientes, quienes se atrevieron a contar su historia.
La violencia física es un problema desatado, que generalmente continúa por un doloroso camino que muchas veces termina sepultado en un femicidio. Sin embargo, no es la única forma en que se presentan los abusos. En muchas ocasiones las mujeres sufren una violencia aún más tormentosa, la que por el solo hecho de no estar manifestada en forma de maltrato físico, casi siempre tiende a ser invisibilizada. En la obra analizada hay decenas de historias que demuestran de manera perfecta esta situación, pero hay una en particular que es preciso señalar.
Ana María, nombre ficticio que la autora inventó para proteger la identidad real de su entrevistada, es una mujer de 62 años, madre de siete hijos. Con una vida acomodada y siguiendo los cánones conservadores, ella se dedicó exclusivamente a formar una familia y cuidar de sus hijos. Nunca sufrió, según cuenta, golpes o violencia física por parte de su marido, sin embargo, para ella el abuso fue mucho peor. “(…) ese fue el momento en que comenzó a envenenar contra mí. ‘La mamá está loca’ o ‘la mamá es rara’, eran los comentarios que les hacía a los niños” (Lagos, 2021, p.146).
En chile, según el estudio “No es amor, es trabajo no pagado” hecho por la Fundación Sol, el porcentaje de mujeres que se dedica a los “quehaceres del hogar” alcanza el 96,6%, demostrando que cuando a hacerse cargo de la casa se refiere, son ellas quienes, casi siempre, deben cargar con la responsabilidad.
Esa responsabilidad fue la que se le impuso a Ana María. De a poco fue sufriendo los embates de su esposo, hasta que finalmente todo acabó en divorcio. “Yo tenía mucho miedo, no tenía profesión; nunca me planteé una separación. ¿Qué haría sola con siete niños? ¿A quién iba a pedir socorro? (Lagos, 2021, p.148). Aunque para ella la separación no fue lo peor de todo, porque al final de su matrimonio sufrió un abuso sistemático, no de golpes y cachetadas, sino uno mucho más terrible. Su esposo puso a sus propios hijos en su contra. “Jamás imaginé que no querrían verme nunca más. (…) Él los envenenó en contra mío, les dijo que yo era loca, inventó cosas sin fundamento alguno. Solamente mantengo contacto con dos hijas y conozco a uno de mis diez nietos” (Lagos, 2021, p.148-149).
Las voces de mujer eran muy importantes
A modo de conclusión, es importante recalcar nuevamente el contexto en que la autora trabajó este libro. Las movilizaciones feministas que iniciaron en 2018 propiciaron un ambiente especial, que fue un impulso gigantesco para que decenas de mujeres se hayan atrevido a contar sus experiencias en esta obra. De otra manera, muchas no habrían tenido la valentía de hacerlo. Sin embargo, motivadas por la efervescente emergencia reivindicatoria que sumaba un nuevo capítulo a su historia, fue que levantaron sus voces, las que Andrea Lagos decidió escuchar para recopilar.
Los casos mencionados son solo algunas de las historias que se cuentan en Voces de Mujer. Pero hay otras igual de importantes, experiencias que reflejan de manera perfecta las diversas realidades de lo que es ser mujer en Chile. Una obra que, tal como dijo su autora, buscó dar cuenta del abuso como fenómeno completo, en un momento en que pareció ser extremadamente necesario graficar cómo las mujeres han sido oprimidas por un sistema patriarcal, que las ha pasado a llevar en muchos ámbitos.
Si quieres conocer más historias de mujeres que se enfrentaron al patriarcado lee el perfil de Mc Millaray: rap por el pueblo Mapuche, escrito por Antonia Montoya.
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