Mc Millaray: rap por el pueblo mapuche

Mc Millaray: rap por el pueblo mapuche

Un parlante, un micrófono portátil y unas buenas rimas eran todo lo necesario. Millaray, con tan sólo 11 años, solía subirse a las micros de la región Metropolitana a rapear junto a su padre. Puede que para algunas personas las palabras que cantaba esta pequeña eran indescifrables, quizás a pocas algo les resonaba, pero sin importar quién iba arriba de la micro o si entendían o no el mensaje, una niña vestida con holgadas poleras de básquetbol se presentaba entre verso y verso con gran vozarrón: “Piñapu piñapu Mc Millaray llegó mari mari pichikeche soy yo, soy yo”. Los pasajeros podían escuchar una explosión entre mapudungun y español, un sentimiento de rabia y una potente crítica social. 

Escucha la versión en audio de este perfil.

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Inicios en el rap

Millaray Jara Collío se adentró en el mundo de la música urbana desde muy pequeña. No recuerda muy bien cómo comenzó, pero sí quien fue la persona que la llevó por aquel camino, Alexis Jara. Fue con su padre, un cantante del género conocido como Loco Ale Mc, con quien rapeó en público por primera vez.

“Yo ensayaba con él y mi papá no sabía que me gustaba cantar”.

El 2012, Alexis debía realizar un show, pero al subir al escenario su hija de tan sólo cinco años rompió en llanto al verlo cantar sin ella. Para calmar la pataleta, padre e hija rapearon juntos frente a un público por primera vez, lo que más adelante se convertiría en un hábito. Millaray completó todas las frases que el Loco Ale Mc terminó anticipadamente a propósito para interceptarla con su micrófono. Aquello fue para ella una demostración de cariño y apoyo incondicional.

“El decidió no cortarme las alas y después yo seguí mi camino haciendo música igual reflejando hartas cosas, desde pequeña siempre con un mensaje en cada verso que escribo”.

Urbana y ancestral

Millaray tiene 16 años y la sangre mapuche corre por sus venas. Rapea bajo el nombre de Mc Millaray y es vocera de la defensa por la infancia mapuche. Vive en Quilicura, pero sus anhelos residen en La Araucanía junto a su abuela. Es de rasgos marcados, tiene unos grandes ojos cafés, semejantes al color de su pelo y los resalta con un delineado negro que se alarga justo hasta antes de su ceja.

Siempre lleva con ella algún distintivo que la conecte con sus raíces, ya sea un anillo de plata en forma de flor, que le regalaron a sus 15 años debido a que su nombre significa flor de oro, o bien, alguna polera con una frase inspiradora. Cargar un mensaje es algo usual en ella, habla sin titubear sobre temas políticos y sociales, con un claro punto de vista. Es un ser de rabia que explota a la hora de rapear, tal como ella se describe.

Fotografía de Millaray Jara sentada en una banca. Sólo se pueden apreciar sus piernas y manos entrelazas entremedio de ellas. Luce un buce con franjas a los costados y en su mano derecha su característico anillo plateado en forma de flor puesto en el dedo anular. En el dedo índice y del medio, lleva puesto otros dos anillos, más delgados. En la misma mano, lleva una pulsera roja y una plateada. 

Foto por Antonia Montoya.

Una cultura ancestral, la lucha de un pueblo por mantener sólidas sus raíces y el objetivo de que toda niña, niño y niñe tenga una infancia segura, es el contexto que ha inspirado desde pequeña a Mc Millaray a involucrarse en el mundo del rap. Sus versos y rimas impregnados de críticas y demandas sociales, entretejidos con términos en mapudungun, se han vuelto su principal recurso de expresión.

Los versos como herramienta de lucha

Nacida y criada en Santiago, Millaray se creció lejos del asentamiento del pueblo mapuche, pero no está alejada del conflicto. Vive con madre, quien además cumple un rol de manager, su padre, su hermana y hermano. En su pieza, hay un poster de Camilo Catrillanca y una muñeca con vestimenta mapuche tejida a mano, ambos colgados en una pared celeste. La bandera del Wallmapu cubre otro extremo de aquella misma pared y en el suelo, debajo de un escritorio blanco de madera, guarda sus zapatillas Nike, Jordan y Adidas.

Fotografía de la pared de la pieza de Millaray Jara, en el medio tiene colgado un poster con la ilustración del rostro de Camilo Catrillanca y el texto: "Ante el terrorismo de Estado Catrillanca presente". Justo abajo del poster hay un pañuelo celeste con estampado de unicornios.

Foto por Antonia Montoya.

Arriba de un cubrecama rosado con estampado de unicornios, abre una caja donde guarda alguna de sus letras, unos papeles de cuadernos arrugados con frases y líneas tachadas.

“Siempre he sido bien desordenadita pa‘ mis cosas”, se justifica, “con el lápiz que pillaba escribía una canción que nunca me gustó el coro: aunque se me rompa un pulmón, aunque se me desgarre la voz, aunque ya no pueda más mi corazón, seguiré alzando la voz en contra tanta represión, hoy reclamo por los derechos de los niños del Sename, hoy mi voz alcé por los abuelitos que viven en hogares”.

Mc Millaray al igual que muchas otras personas pertenecientes al pueblo mapuche, ha hecho su vida en la ciudad, rodeada de edificios, cemento, una alta densidad y un acelerado ritmo, lo contrario a la vida en comunidad del sur de Chile. Mientras juega con sus pies y mueve su anillo de flor sentada en una banca de madera en el patio de su condominio, Millaray reflexiona:

“Yo tengo mi corazón dividido al no poder estar allá”.

Las urbes han acogido a un gran número de mujeres y hombres mapuche que debieron migrar de sus tierras, sus raíces han debido viajar kilómetros para mantenerse firmes. Millaray ha debido aferrarse con fuerza a las suyas, en Santiago, siente que estas le fueron arrebatadas. Sus rimas, además de una expresión artística, son una herramienta de lucha, por tratar de rescatarse, de reencontrarse consigo misma, de exigir paz y justicia. Ella misma dice que sólo necesita un lápiz y un cuaderno para expresarse.

Estallido social, una luz de esperanza

El 2019 fue un año significativo para Millaray. El comienzo de la revuelta social, un viernes 18 de octubre impactó a todos los chilenos y chilenas, expandiéndose desde Santiago a otras ciudades del país, como Valparaíso, una de las ciudades foco de huelga social.

Dentro de la rapera, emergió un sentimiento de rabia y una luz de esperanza. Con su Trarilonco en la frente y Trapelacucha en el pecho, junto con un parlante y un micrófono, se trasladó desde Quilicura hasta Baquedano. Salió a las calles ese día, el siguiente y el que seguía. Se convirtió en una activista del estallido social y la redacción de una nueva constitución que integre y reconozca a su pueblo.

Mc Millaray encontró un espacio en el cual podía ser parte, un espacio que le hizo sentido y concordaba con las letras que escribió en clases. Su procedencia y sus raíces no fueron un factor diferenciador, sino que uno de unión, la bandera del Wallmapu estaba presente en su pieza y también en Plaza Italia.

La revuelta social evidenció el descontento de la sociedad chilena, pero también dejó en claro la gran cantidad de personas mapuche radicados en Santiago, los y las denominadas “Mapurbes”. Pareciera ser que la lucha es un término transversal en la vida de Millaray, pero tiene sangre guerrera y sueña con cambiar algo en esta sociedad a través de su música, aún cuando haya sentido la discriminación.

“Ahora fue el despertar social y uno tenía la fe en que esto iba a cambiar, pero no pasó mucho tiempo y salió el que no salta es mapuche”.

A tres años de aquello, Mc Millaray no dejó que aquellas críticas le cambiaran su pensamiento y sentimiento de justicia. Aún cuando el Rechazo se sobrepuso ante el Apruebo en el plebiscito de salida, la artista no baja los brazos y sus rimas siguen pidiendo un cambio.

Mujeres inspiradoras

Cuando Millaray siente que no puede más, intenta mirar a su alrededor y aprender de sus antepasados, principalmente de su bisabuela, su abuela y su madre, tres mujeres que la guían por el camino. Las mujeres de su familia han jugado un rol importante en su vida, como también otras mujeres artistas. Al llegar a su adolescencia, Millaray nunca imaginó que colaboraría con Anita Tijoux, pero a la fecha ya han compartido escenario más de una vez, unidas además por sus ideas políticas.

El hecho de que una adolescente mapuche rapee en las calles de Santiago es una representación de la sociedad actual. Coexistimos con otras culturas y al igual que Mc Millaray, son numerosas las artistas mapuche que viven en zonas urbanas cuyas obras artísticas convergen con la exposición de la realidad actual del país, y quienes representan a un subgrupo urbano del pueblo que es cada vez más abundante.

Fotografía de Millaray Jara sentada en el borde de su cama. En sus piernas sostiene un pañuelo café con estampados blancos y beige en el cual guarda sus joyas mapuche. Con su mano derecha sostiene su Trapelacucha puesta sobre su pecho. 

Foto por Antonia Montoya.

Millaray Jara Collío es una mujer mapuche, es santiaguina, es rapera y cree en un futuro donde reconozcan al pueblo mapuche, cree en una sociedad donde no se sienta discriminada por sus propias raíces. Mc Millaray tiene una llama viva dentro de ella y ansias de agarrar un micrófono y expresar a través de sus letras que luchará hasta que se respeten los derechos de cada niñx, de las mujeres y de su pueblo.

Mientras cae el sol, unos perros ladran y una micro pasa rápido por la calle, Millaray responde lo que significa para ella ser una mujer mapuche:

“Orgullo y respeto a los antepasados y su sabiduría, respeto a nuestras raíces porque nosotros estábamos antes que todo, hay que respetar eso, que Chile no es sólo Chile, que aquí está la nación Mapuche”. 

Es de suma importancia reconocer a todas aquellas artistas mujeres que crean y expresan su arte en pro de mantener vivas nuestras raíces y nuestra cultura, ya que para lograrlo han tenido que vencer a un sistema que las opaca. Si te interesa conocer de una obra que habla del patriarcado, revisa el ensayo Voces de Mujer: recopilación de historias de violencia, escrito por Joaquín Caballero.

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