Covid psicológico: el día a día de mi cuarentena preventiva

Covid psicológico: el día a día de mi cuarentena preventiva
Pasé cinco días enteros encerrada por ser contacto estrecho, cada uno más desgastante emocionalmente que el siguiente. Así fue mi experiencia:
(¿Prefieres escucharme relatar cómo fueron estos días? A continuación, el audioreportaje.)
Sábado.
Me junté con mi grupo de amigos el jueves a ver el partido de Chile. Hoy, sábado, mi mejor amiga salió positiva para Covid-19. Oficialmente soy contacto estrecho, y a pesar de que aún no recibo la notificación oficial del MINSAL (que aparentemente siempre se demora en llegar, si es que llega), estoy en cuarentena preventiva hasta el jueves que viene.

Yo sé que no estoy contagiada, pero después de enterarme de que soy contacto estrecho me empezó a doler la garganta. Hay un reportaje de la BBC que habla de lo común que es somatizar, empezar con síntomas del virus sin estar contagiados, y que todo eso tiene que ver con este pánico que sentimos constantemente frente a la idea terrorífica de estar en la mitad de una pandemia. Estamos en una época de muchos cambios de temperatura, donde el dolor de cabeza y la fiebre pueden perfectamente significar resfriados comunes, pero el Covid nos vuelve muy fatalistas.
Domingo.
Todos los domingos almuerzo con mi abuela y todos los miércoles voy a visitarla. Es segundo día de cuarentena, y es el primer plan que tengo que cancelar así que se nota un poco el cambio. Ella tiene 84 años y antes de la pandemia ya salía poco, pero ahora el contacto que tiene con la familia es casi solo por teléfono. Es difícil tomar la decisión entre juntarse con ella arriesgando el contagio y mantenerla aislada con todo lo que eso implica para la salud mental. A veces la soledad es más asesina que las enfermedades.
No me puedo imaginar lo duro de llegar a la edad en que somos tan frágiles que no podemos salir solos, comer solos, movernos solos. La pandemia nos tiene en un miedo constante a la enfermedad y a la muerte, y también a la muerte de la gente que nos rodea, y ha estado muy presente en mi mente la noción de que uno llega a una edad en que es normal que tus amigos se empiecen a morir. Mi abuela es la mayor de la familia, toda la gente mayor que ella ya se murió, y eso me suena totalmente insostenible.
Aún no he recibido ninguna notificación del MINSAL que diga que estoy en cuarentena preventiva, y deberían habérmela mandado ayer mismo.
Lunes.
Mi amiga contagiada no siente los sabores de las comidas.
Yo he estado todo el día en pijama, e incluso cuando no tenía contemplado salir hoy me tiene un poco frustrada la idea de no poder hacerlo.
Por supuesto, tengo que trabajar igual, y mi amiga también ha tenido que conectarse, porque aparentemente la gente piensa que el trabajo digital es suficientemente tranquilo como para poder hacerse estando enfermo.
Nuevo descubrimiento: cuarentena no es equivalente a descanso, a días libres ni a vacaciones.

En otros temas, hoy llamaron a mi amiga de la clínica para preguntarle por los datos de contacto de las personas con las que estuvo antes del contagio. Ya se lo habían preguntado el día en que se fue a hacer el test, y también el día en que le dieron el resultado positivo. Supongo que eso significa que ya me van a notificar. Si mi amiga no me hubiera avisado, yo podría haber salido todo el fin de semana y -teóricamente- podría haber contagiado a todo el mundo. Algo está mal con este sistema.
La programación televisiva solamente aumenta la angustia.
Martes.
Los martes son los días más livianos de mi semana. Tengo pega pendiente, pero nada que signifique prender la cámara, así que puedo hacerlo todo desde mi cama. Decidí declararme en “reposo”, no puse despertador, tomé desayuno acostada y me puse a ver los matinales, cosa que no hacía desde hace años.
Estuve largo rato moviéndome entre el CHV, el Mega, el TVN y el C13, y los temas son muy parecidos. Hay secciones dedicadas a notas sobre lo horrible que es la vida, la pobreza, la delincuencia, reportajes en profundidad sobre desapariciones de personas, todo tratado de la forma más morbosa que se les pueda ocurrir, hablando con las familias de las personas mientras lloran, con los vecinos que siempre sospecharon de alguien. Hay secciones de relleno absoluto, en que llevan expertos a hablar de los beneficios de las arvejas y analizan las infidelidades de Miguel Bosé. Hay secciones de conversaciones con todos los políticos a los que puedan encontrar, sobre todos los temas que se les puedan ocurrir.
Y finalmente, hay largas secciones en que van doctores invitados a conversar sobre el Covid y todas sus millones de consecuencias. Se habla con la gente en las filas de las vacunas, se cuenta de todas las multas, las fiestas clandestinas, la situación en Europa, y aunque uno quisiera no hay forma de sacarse de la cabeza y del cuerpo la sensación de que todos estamos casi al borde de la muerte. Incluso Paris salió hace tiempo reclamando por que van demasiados médicos a los matinales cuando se necesitan en los hospitales, aunque dudo mucho que inviten a personas del sector público.
Quedé agotada de tanto ver tele acostada, que irónico.
Sugiero que, si están en cuarentena, en cama o simplemente en la casa, dejen los canales nacionales en pausa y en vez de eso busquen cosas de streaming -aunque, para evitar decepciones, revisen antes las críticas de lo que van a ver: ejemplos como la de la película italiana Yara, la película Folil y la ya popular Eternals-.
Miércoles.
Estoy chata. Quiero salir, pasear a mi perrita, ver seres humanos. No tengo ganas de escribir.
Hoy tampoco pude ver a mi abuela, y la gente de la tercera edad que está encerrada me da muchas vueltas en la cabeza. Entre el terror de salir y contagiarse y la angustia de no poder ni tomar sol para evitar el peligro, no puedo imaginarme ese tipo de vida.
No me quedan remedios y no puedo ir a la farmacia, no pude ir a la feria el fin de semana así que se acabaron las verduras, y mi energía llegó a cero.
Hoy tampoco hay notificación de que tenga que hacer cuarentena, aún nadie me ha llamado, escrito mails o se ha contactado conmigo de ninguna forma, y tampoco con el resto de los que somos contactos estrechos de mi amiga. Entré a la página para revisar el pase de movilidad y lo tengo bloqueado. Habría sido complejo enterarme estando afuera de la casa y tener que enfrentar una multa solo porque aún nadie me ha notificado.
Estoy enojada con el mundo.
¿Cómo va a funcionar la trazabilidad si nadie notifica a los contactos estrechos?
Jueves.
Hoy es el último día de encierro. No sé por qué estoy tan cansada, considerando que no he estado enferma, tampoco he estado con más pega que normalmente, no he tenido ninguna actividad social que pueda generar desgaste, así que no tengo cómo justificar la falta de ganas de salir de la cama.
Hoy se acaba la cuarentena preventiva, y aún nadie me ha avisado que tengo que hacerla. Es preocupante cómo están funcionando los mecanismos de trazabilidad del Ministerio de Salud, que se supone que al tener registro de los contactos estrechos de los casos positivos y exigir esta cuarentena pueden controlar los casos. No me parece que tengan todo tan controlado como dicen en los reportes, pero qué se yo.
Viernes.
¡Libre soy! Me volvió un poco la energía, aunque ahora que puedo salir se me pasaron un poco las ganas desesperadas de pasear. Me siento un poco culpable por no haber aprovechado el encierro para hacer cosas productivas, como las limpiezas profundas que hago siempre que estoy de vacaciones. Claramente el Covid es una enfermedad que trasciende lo físico, y que también, incluso sin estar contagiada, tiene un enorme impacto en la salud mental.