Comunidad sorda en el cine: poética en-seña

Comunidad sorda en el cine: poética en-seña
La sordera y el abanico de posibilidades para filmar películas desde la discapacidad como elemento estético, con nuevas fórmulas, su posicionamiento en la cultura general y sus desafíos.
por Bastián Palza Carrillo
A diferencia de otros tipos de arte, el cine se expresa, entre la imagen, el movimiento, el color, la actuación y el sonido al mismo tiempo; lo que significa que podría segregar a grupos sociales que no puede ver u oír, muchas veces invisibles en la acción cinematográfica. Sin embargo, en esfuerzos por hacer una industria cada vez más inclusiva, ya las minorías han entrado en la pantalla grande, un reflejo que nos es más carnal de la cotidianidad. En este sentido, lo que nos han hechos sentir estas películas nos enseña que una discapacidad como la sordera no es un elemento más en la pantalla. Ya es el turno de la comunidad sorda de irrumpir en la escena.
Son más que evidencia las tantas películas sobre la sordera, o bien, que tengan personajes sordos y cintas que han sido consumidas masivamente, que entregan una experiencia nueva, llegando a un alto nivel de reconocimiento en la academia como nominados o ganadores en lo que respecta a películas provenientes de la industria hollywoodense, la principal fuente de consumo de la sociedad de masas. El cine sobre la comunidad sorda, representa entonces, una oportunidad para crear un lenguaje distinto en la forma de hacer películas.
Cine de sordos en el pasado cercano
Uno de los primeros hitos de la comunidad sorda en el cine fue el premio a Mejor Actriz en 1988 de Marlee Maitlin, primera actriz sorda en recibir un premio a la actuación, por su participación Children of a Lesser God (1986). Un film sobre un colegio para jóvenes sordos, en que un profesor nuevo se empeña en enseñarles a usar su voz, hablar y leer los labios de las personas. Una práctica que para estos tiempos es poco necesaria, pero desde ya nos instala un desafío humano: ¿por qué los sordos deben adaptarse a la sociedad oyente y no al revés?
Previo a ese trabajo, A miracle worker (1962) también logró premios y reconocimiento instalando el precedente de hacer cine de calidad que involucra lenguajes inclusivos, entre personajes con discapacidad auditiva (además de visual), aunque esta vez, con actrices oyentes. Una cinta que retrata la vida de la activista sordociega Hellen Keller, y cómo pasó desde la frustración por estar completamente obnubilada de comunicación con el entorno a encontrar fórmulas de entenderse. En este escenario, el desafío de Hellen fue encontrar un lugar en la vida a través de la comunicación del tacto de manos.
Ambas películas referidas son antecedentes clave del cine sobre la comunidad sorda. De ellas se desprende que el lenguaje de señas pasa a ocupar un rol importante y necesario. En Children of a Lesser God claramente son los personajes mismos los que traducen a los espectadores que no sabemos leer este lenguaje, pero si no es estrictamente necesario para el guion, no hay manera de saber lo que dicen porque no hay trabajo de subtítulos. Más que una dificultad, evidencia la realidad de lo que no hemos podido ajustarnos a un mundo que se ve obligado a ajustarse a una sociedad oyente.
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El cine de hoy y la sordera
Dentro de sus varias acepciones, un CODA es un hijo oyente de padres sordos, y así es cómo se titula la película del 2021 que ganó la tan preciada Best Picture este año. La historia de una niña CODA que busca un espacio en la música mientras trata de ayudar a su familia sorda en el negocio de la pesca artesanal. Una historia emocionante que nos enseña que los sordos son capaces de vivir sin ayuda permanente de un oyente. Es una cinta que sí se puede ver sin audición, e incluso, la comunidad sorda la valoró, y algunos la cuestionaron, pero el debate se pudo abrir.
Dos películas, también de hace poco tiempo atrás poseen fórmulas diferentes que podemos ilustrar. Primero es hablar de A Quiet Place (2018), que contextualiza un mundo posapocalíptico, donde una familia sobrevive al ataque de criaturas ciegas, pero con una audición tan afinada que obliga a no emitir ningún tipo de sonido para no ser atrapado. De esta familia, la hija es sorda, lo que supone que ellos están acostumbrados al lenguaje de señas y el entendimiento fluye mutuamente. Al mismo tiempo, la experiencia fílmica requiere de un público oyente para entender el manejo fino del sonido, al ser en gran medida de poca comunicación oral, pero con los diversos sonidos ambiente representando un detalle fundamental.
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Algo parecido sucede con Sound of Metal del 2019, que sigue la historia de un baterista de música black metal, el cual se queda sordo en cosa de días, teniendo el gran desafío de adaptarse a un nuevo mundo con una comunidad de apoyo. El cierre es magistral: tras vender todo para pagarse un implante de oídos, el ruido molesto de la ciudad que le provocaron estos, el protagonista decide quitárselos y por fin sonreír. Esa experiencia con los implantes también requiere de una audiencia oyente.
Ahora bien, tanto CODA como Sound of Metal traen un tema interesante: cómo encontrar la música con la sordera. Tras esto, las vibraciones son una forma de transmitir la música, perceptibles a partir del sentido táctil humano. Así es cómo la vibración del canto en el cuello de la protagonista de CODA emociona y convence a su padre para dejarla seguir su sueño. Así también sucede con los niños sordos que sienten el tocar del piano en Sound of Metal.
Actuar con las manos
CODA no solo logró ser mejor película del 2021, sino que también obtener segunda la estatuilla en actuación para una persona de la comunidad sorda, Troy Kotsur, que interpreta al padre de una manera magistral, cinta en la que también actúa Marlee Maitlin. De esta manera, la actuación resulta un factor determinante. Millicent Simmonds de A Quiet Place interpreta de manera excelente su posición en el escenario posapocalíptico, transmitiendo el miedo y la frustración de no tener la confianza de sus padres a la hora de realizar acciones importantes de supervivencia con sus expresiones, sus emociones, su lenguaje corporal.
La actriz Lauren Ridloff cumple un papel interesante también en el cine, apareciendo en el mundo Marvel con su personaje en Eternals (2021) y teniendo un personaje en la serie The Walking Dead. Al no tener un protagónico reconocido, ha estado siendo un personaje sordo en películas que no tratan principalmente sobre la sordera o la comunidad sorda, lo que puede interpretarse como una cuota inclusiva para quedar bien con este progresismo de la industria, o bien, un acercamiento a la realidad de una comunidad diversa y comprobar que los sordos pueden actuar en películas que no tengan que ver específicamente con la sordera.
Al igual que en el lenguaje oral, existen elementos paralingüísticos en la expresión del lenguaje de señas que los actores aprovechan para entregar en su interpretación emoción, poética, y algo más que el mensaje mismo. Esto es, la fuerza, la velocidad, o la rigurosidad de la seña a la hora de realizar una escena que tenga un entorno psicológico y emocional determinado.
A pesar de carecer de audición, la comunidad sorda ha sido un complemento perfecto para la historia del cine que, como todo arte, busca entregar una óptica que toma todos los elementos de la cultura y la realidad humana para crear una estética con sentido a su público. La falta de audición en este sentido se transforma en un potencial para crear historias visuales, donde la actuación, el lenguaje de señas y el diálogo con la realidad son una verdadera pieza estética.
Curiosamente, es el cine mudo el que mejor puede apreciar la comunidad sorda en su totalidad estética, representando un desafío para la industria cinematográfica moderna entregar una experiencia del mismo nivel a quienes tienen esta discapacidad. Quizá el factor musical de las películas referidas entreguen la respuesta y una tecnología de vibración pueda ser implementada, para no solo incluirlos en la obra, sino que también en la comunidad que consume películas.
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Ficha técnica de películas referidas:
The Jazz Singer. 1927. Director: Alan Crosland. Guion: Alfred A. Cohn. Drama musical. Reparto: Al Jolson, May McAvoy, Warner Oland. Productora: Warner Bros Pictures. 89 min. Estados Unidos.
Children of a Lesser God. 1986. Director: Randa Haines. Guion: Mark Medoff, Hesper Anderson. Drama. Reparto: William Hurt, Marlee Matlin, Piper Laurie y Philip Bosco. Productora: Paramount Pictures. 119 min. Estados Unidos.
The Miracle Worker. 1962. Director: Arthur Penn. Guion: William Gibson. Drama. Reparto: Anne Bancroft, Patty Duke y Victor Jory. Productora: Playfilm Productions. 106 min. Estados Unidos.
CODA. 2021. Directora: Siân Héder. Guion: Siân Héder. Comedia dramática y musical. Reparto: Marlee Matlin, Troy Kotsur, Daniel Durant, Emilia Jones y Eugenio Derbez. Productora: Pathé. 111 min. Estados Unidos, Francia y Canadá.
A Quiet Place. 2018. Director: John Krasinski. Guion: John Krasinski, Bryan Woods y Scott Beck. Terror, suspenso. Reparto: Emily Blunt, John Krasinski, Millicent Simmonds y Noah Jupe. Productora: Platinum Dunes. 90 min. Estados Unidos.
Sound of Metal. 2019. Director: Darius Marder. Guion: Darius Marder y Abraham Marder. Drama. Reparto: Riz Ahmed, Olivia Cooke, Paul Raci, Mauren Ridloff y Mathieu Amalric. Productora: Caviar. 120 min. Estados Unidos.
Eternals. 2021. Directora: Chloé Zhao. Guion: Chloé Zhao, Matthew K. Firpo, Ryan Firpo y Patrick Burleigh. Fantástico, Ciencia Ficción, Superhéroes. Reparto: Richard Madden, Gemma Chan y Kit Harrington. Productora: Marvel Studios. 157 min. Estados Unidos.
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