Argentina, 1985: una película hecha de mezclas

Argentina, 1985: una película hecha de mezclas
Santiago Mitre, director de Argentina, 1985, acierta yendo más allá de las películas de tribunales, sin romper con el cine político de su país.

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Es innegable que uno siente que está viendo varias películas en una cuando ve Argentina, 1985 (2022) del director argentino Santiago Mitre. Como en su anterior película, La Cordillera (2017), Mitre continúa su asociación con el aclamado actor argentino Ricardo Darín, que también produce la película.
Además, sigue alineado con la ya exitosa escuela argentina de lo que podemos llamar Cine Político (como La Historia Oficial, estrenada por Luis Puenzo en 1985 y ganadora del Oscar a la mejor película extranjera al año siguiente).
En Argentina, 1985, sin embargo, Mitre va más allá de lo que solemos ver en las películas de tribunales; una especie de subgénero ya tradicional en la historia del cine.
Sin romper con el ya mencionado Cine Político de Argentina, este director propone en su reciente película una mezcla de géneros cinematográficos, combinando de forma notable el drama con momentos de humor.
Es, de hecho, una película hecha de mezclas; en la que nos encontramos con situaciones de ligereza, rayanas en la comedia (como en las escenas en las que el hermano pequeño se convierte en “espía” de su hermana mayor) y también situaciones tensas, con notables elementos de suspense (como en las amenazas que sufre el promotor Julio Strassera, interpretado brillantemente por Darín).
El guión en el control de Argentina, 1985
En Argentina, 1985 cabe destacar la seguridad del guión que Mitre comparte con Mariano Llinás, con la colaboración de Martín Máuregui.
Incluso adoptando las mezclas de géneros como estrategia cinematográfica –por ejemplo, insertando toques de humor como forma de romper la dureza de un tema muy difícil de trabajar, el de la dictadura, y así entretener también al espectador–, los guionistas no pierden el norte en ningún momento, conduciendo la narrativa de forma ejemplar al representar el avance de los hechos históricos sin distorsiones ni borrones.
En este sentido, nos damos cuenta de que hay una mayor preocupación técnica por contar la historia, para que llegue a las personas que no vivieron esa época de represión.
Siguiendo con el guión de Argentina, 1985, sus responsables consiguen crear un diálogo pertinente entre ficción y realidad, con el contexto histórico en el que se desarrolla la película como mediador entre las creaciones y el respeto por los hechos.
Con un hecho real como límite básico de la obra –la película transcurre entre 1984 y 1985 y narra el juicio a los militares responsables de las torturas, asesinatos y desapariciones de personas en Argentina durante la dictadura que tuvo lugar en el país entre 1976 y 1983–, su guión permite, sin embargo, las creaciones fílmicas que entretienen al espectador; posibilitando así la realización de otra mezcla, en este caso, una mezcla hecho-ficción.

Otras mezclas y el valor del montaje
Esta mezcla hecho-ficción también se aprecia en otros elementos estéticos de la obra, como la fotografía de Javier Juliá, en la que vemos una deslumbrante representación urbana de la ciudad de Buenos Aires, especialmente de noche, con sus luces artificiales de edificios, farolas y coches, y excelentes encuadres de los personajes, sobre todo durante las escenas de los testimonios de las víctimas en el juicio.
En varios momentos de Argentina, 1985, la imagen se envejece a propósito para crear una atmósfera realista en relación con la época en que se desarrolla la historia.
En medio de esta mezcolanza de imágenes, el montaje, a cargo de Andrés Pepe Estrada, funciona como un organizador lineal de la secuenciación de los acontecimientos, optando por un montaje fluido, que puede considerarse convencional; lo cual no es malo, dada la justa intención de los realizadores que es contar una historia, y no apelar al experimentalismo estético, innecesario para la eficaz construcción de esta importante película.
Ante la necesidad política de reconstruir un momento histórico crucial para Argentina y, evidentemente, de hacerlo comprensible para un público lo más amplio posible, la edición objetiva se convierte aquí también en un elemento de valor reconocido.
La mezcla sonora y las interpretaciones
Por último, también podemos destacar en Argentina, 1985 el excelente uso de la banda sonora, a cargo de Pedro Osuna; que funciona muy bien en relación a la mezcla de géneros antes mencionada, ya sea en momentos de suspense o de humor.
También se destacan las actuaciones del reparto principal, como Peter Lanzani, que interpreta al promotor adjunto Luis Moreno Ocampo; Alejandra Flechner como Silvia, la esposa del promotor Strassera; y el joven Santiago Armas Estevarena, que interpreta a Javier, el hijo menor del promotor.
Estas interpretaciones y otras son reconocibles, pero siempre giran en torno a la actuación principal y más destacada de Ricardo Darín, que se convierte en el alma de la película al interpretar a un Strassera ante todo humano, con sus defectos y virtudes.
Muy merecidamente, Argentina, 1985 tuvo una notable repercusión internacional, ganando el Globo de Oro en 2023 a la mejor película extranjera y compitiendo por el Oscar en el mismo año y categoría, entre otros galardones.

Disponible en: Prime Video.
Ficha técnica:
Título: Argentina, 1985; Año: 2022; Dirección: Santiago Mitre; Origen: Argentina / Estados Unidos; Género: Suspense; Duración: 141 minutos; Guión: Santiago Mitre, Mariano Llinás y Martín Máuregui; Fotografía: Javier Juliá; Montaje: Andrés Pepe Estrada; Música: Pedro Osuna; Producción: Axel Kuschevatsky, Victoria Alonso, Santiago Mitre, Ricardo Darín, Chino Darín, Federico Posternak y otros; Reparto: Ricardo Darín, Peter Lanzani, Alejandra Flechner, Gina Mastronicola, Santiago Armas Estevarena, Carlos Portaluppi y otros; Distribución: Digicine, Amazon Studios.
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