A 50 años del Golpe de Estado: Siempre serán secretos

Imágenes de archivo personal (A 50 años del Golpe de Estado)

A 50 años del Golpe de Estado: Siempre serán secretos

Breve relato de generaciones que nunca vivieron la dictadura, pero que recuerdan a quienes ya no están a 50 años del Golpe de Estado en Chile.

Podría haber sido un detenido desaparecido más, podría haber sido otra familia que lloraba desesperada que llegara a la casa el hijo, hermano, padre, tío, sobrino y amigo. Podría no haber llegado a casa luego de pasar al menos dos años encarcelado por culpa de un conocido que dio su nombre en la nómina de funcionarios públicos que trabajaban en ese tiempo para una institución.

Tampoco es que tuviese un cargo importante, pero eso no importaba. Así como no importaron los derechos humanos ni importaron las suplicas de aquellos que no volvieron. Nada los podría haber preparado para perder todo en un abrir y cerrar de ojos. O eso es al menos lo que han contado aquellos que les tocó vivirlo en carne propia.

Un golpe en esta historia

Oriundo de Concepción, en la comuna de Tomé, fue a caer en las manos equivocadas en al otro lado del país, en Arica, a más de 2.500 km lejos de su hogar y a los pocos meses de haber conocido a la mujer con la que pasaría el resto de su vida. Un amor turbulento, por decir lo menos. Cartas que llegaban y salían con poca y nula regularidad, pero que permitieron saber que al menos estaba. No bien, pero estaba.

Y del resto poco se sabe. De su tiempo encerrado no queda más que algunos fragmentos de información que durante el resto de su vida fue sembrando en algunos relatos, no lo suficientemente extensos para armar el puzle completo, pero lo suficiente como para tampoco querer saber la historia completa. Él tampoco quiso revivirla, así que dedicó su vida a construir mejores recuerdos sobre las heridas que le dejaron.

Particularidades con el paso de los 50 años del Golpe

Eso fue lo que quedo a simple vista. El nombre del dictador se volvió innombrable en la casa, incluso frente a cualquier mención de él en la televisión o en la radio, ganándose un inmediato apagado de la transmisión.  Con el tiempo nos enteramos que el hecho de no soportar el aceite, las tazas con agua muy caliente ni ciertos sonidos y aromas, tenía un significado mucho mayor del que parecía.

Pero así, entre rumores, pequeños fragmentos de historias y deducciones, hemos ido reconstruyendo su historia, al menos los años perdidos que pasó allá lejos de sus tierras, sin poder ver a sus tres hijos del primer matrimonio, que en ese entonces estarían bordeando entre los 3 a 8 años, quizás un poco más, sembró un sentimiento de abandono que durante los años de la adultez no haría sino más que intensificarse, generando conflictos emocionales a ambas partes, no era para menos.

Mis propios recuerdos

Por mi parte, hasta muy poco antes de su partida de este mundo, no sabría todo lo que había pasado mi abuelo, mi padre y mi guía, durante el periodo de dictadura. Me crió, me vistió, me amó durante 18 años como si fuera su propia hija, y yo nunca supe que él había sido uno de los presos políticos que podría no haber vuelto a casa. De haberlo sabido quizás habría hecho más preguntas, pero dudo que él hubiese querido responderlas.

Cuando lo supe mientras la enfermedad se lo llevaba lentamente, yo ya no tenía ni las fuerzas ni las ganas de preguntar sobre la etapa más oscura de su vida. Seguramente, él tampoco hubiese querido que yo supiera, quizás yo tampoco habría querido saberlo. Fuera como fuere, logró rehacer su vida e irse de este mundo en la tranquilidad de su cama, y no a manos de los inhumanos.

Con el paso de las décadas todo retoma su color

“Y de ti heredé mis ojos, mis mañas y los tics de tu rostro. Si hubiese sido consciente cuando chica que teníamos un tiempo limitado en esta vida, hubiese leído contigo tus libros, cantado tus boleros a todo pulmón en nuestro recorrido de siempre y hubiera visto las películas de verbo que tanto te gustaban sin preguntarte cómo terminarían. ¿Lo mejor de todo? Lo hicimos muchas veces, pero nunca serán suficientes para llenar los años que me quedan por vivir sola de aquí en adelante. ¿Sabes qué? Podríamos haberlo hecho muchas veces más. Gracias por no rendirte antes de conocerte”.

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